Cambios acelerados en Guatemala: datos y evidencia para examinar en profundidad las transformaciones que están sucediendo en los territorios del país
El Informe Nacional de Desarrollo Humano (INDH) “Desafíos y oportunidades para Guatemala: hacia una agenda de futuro. La celeridad del cambio, una mirada territorial del desarrollo humano 2002-2019”, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Guatemala, insta a conocer y observar la magnitud y diversidad de los acelerados cambios que están ocurriendo en el país y en sus territorios en materia de desarrollo humano, desde un enfoque estructural.
¿Cuáles han sido los cambios más significativos entre el 2002 y 2019? ¿Cómo se están viviendo esas transformaciones en los diversos territorios que conforman el país? ¿Cuáles son las dinámicas que están configurando y acelerando esos cambios? Estas son algunas de las preguntas que inspiran este Informe.
Este informe está organizado en siete capítulos, en los que podrá conocer en profundidad sobre el desarrollo humano en los territorios y los factores que lo moldearon entre 2002 y 2019. Para llevar a cabo esta investigación se produjo, recolectó y analizó variada información cuantitativa y cualitativa. Se exploraron las evoluciones de novedosos indicadores de desarrollo humano y de carencias para los 340 municipios del país. Para ese efecto, se construyó un Índice de Desarrollo Humano Municipal (IDH-M), a partir de datos censales para el 2002 y 2018, y un Índice de Privaciones Multidimensionales (IP-M) para el 2018. Además, se analizaron cuatro territorios que muestran diversas facetas de los cambios que experimentó el país en los últimos 20 años: los Cuchumatanes, el Altiplano Centro Occidental, los municipios que conforman el denominado “Corredor Seco” y las Tierras Bajas del Norte.
El informe también profundizó en el análisis de factores asociados a los cambios en el territorio: la urbanización y las transformaciones en los espacios rurales, la aceleración de la movilidad humana y en particular de la migración irregular hacia Estados Unidos, el impacto del cambio climático en las condiciones de vida y en la sostenibilidad de los ecosistemas, así como los grandes desafíos que se deben encarar en el uso y acceso a recursos naturales.
“Los diversos territorios que componen Guatemala han experimentado profundos cambios en los últimos veinte años. Han sido transformaciones relevantes que muestran una sociedad diversa, multicultural y dinámica que avanza y se adapta, mientras enfrenta la persistencia de problemas estructurales de pobreza, desigualdad y falta de oportunidades. La celeridad e importancia de estos procesos para el desarrollo humano del país es la primera gran conclusión de este Informe”, explicó Armando Ortuño, Asesor General del PNUD en Latinoamérica y el Caribe.
El informe aporta análisis y recomendaciones para contribuir y alentar procesos deliberativos y de análisis acerca del desarrollo humano de Guatemala, a escala nacional y territorial, en un momento en el que se precisan innovaciones y acciones de carácter urgente y sostenidas en el tiempo, para ampliar las capacidades y libertades de todos los guatemaltecos y guatemaltecas sin distinción y encarar decididamente el reto de la equidad social y la preservación de los ecosistemas que nos acogen, en sintonía con el paradigma de desarrollo humano.
“No hay un solo escenario para la mejora del desarrollo humano en Guatemala, ni una única estrategia, se precisa de instrumentos que se adapten a la diversidad de escenarios territoriales. En ese sentido, este Informe busca contribuir a una discusión informada desde todos los sectores en la búsqueda de soluciones innovadoras y de cara a los nuevos tiempos, marcados en gran medida por el cambio climático y los desafíos tecnológicos”, enfatizó Ana María Díaz, Representante Residente del PNUD en Guatemala.
A continuación, encontrará algunos mensajes relevantes sobre este informe:
Guatemala
es un país cuyo índice de desarrollo humano aumentó significativamente entre
1990 y 2015 pero que creció más lentamente entre 2015 y 2019. En su última
medición, en el año 2019, alcanzó el 0.663, situando a Guatemala en el grupo de
países con desarrollo humano medio.
Sin
embargo, persisten numerosas desigualdades según índices calculados por PNUD
para todos los países; por ejemplo, en 2019, Guatemala es el país de América
Latina con mayor pérdida por desigualdad en el IDH. A su vez, existen
desigualdades de género en desarrollo humano y en empoderamiento por encima de
los promedios regionales y mundiales. En la última medición de 2019, Guatemala
es el país de la región latinoamericana con mayor desigualdad de género (0.479).
Las diferencias de bienestar y capacidades que desfavorecen a las mujeres con
relación a los hombres son particularmente elevadas en cuanto a la desigualdad
de ingresos como participación laboral, en el número de nacimientos entre
adolescentes y en la reducida presencia de las mujeres en los órganos de
representación política.
Aunque no se cuenta con datos definitivos para 2020 por la dificultad para recolectar estadísticas durante la pandemia, se estimó que, por primera vez desde su primera publicación en 1990, el IDH iba a decrecer a escala global en 2020. Esto se debería al aumento de la mortalidad por la propagación del virus por COVID-19, la suspensión de servicios de educación y la contracción de las economías a escala global en 2020, derivada de las restricciones a la movilidad que fueron impuestas para prevenir contagios. Una estimación preliminar indica que el IDH de todos los países tendría una contracción, en el caso de Guatemala está podría ser de, al menos, un 1% en el 2020.
Para
este informe, se construyeron Índices de Desarrollo Humano Municipal (IDH-M), a
partir de datos censales para el 2002 y 2018, para los 340 municipios. Durante
ese periodo, todos los municipios mejoraron. Sin embargo, existen niveles de
desarrollo humano muy diferentes al interior del territorio nacional. Un total
de 50 municipios tienen un IDH-M que se puede calificar como “alto”, mientras
que 232 podrían ser clasificados como de nivel “medio” y 58 como “bajo”.
Teniendo
en cuenta los indicadores del IDH-M, los municipios con mayor desarrollo humano
se ubican en la región central del país en torno a la zona metropolitana, que
tiene como centro al municipio de Guatemala; en algunas de sus principales
ciudades intermedias, como Quetzaltenango o Puerto Barrios, y en varios
municipios que están situados cerca de la costa y/o alrededor de las
principales carreteras que van del este al oeste y desde la capital a los
puertos en el Atlántico y en el Pacífico. Es decir, las zonas más urbanizadas y
cercanas a infraestructuras de comunicación que facilitan la comunicación del
país con mercados externos o que desembocan en puertos o fronteras son las de
mayor desarrollo humano
También
se calculó un índice de privaciones multidimensionales (IP-M) para los 340
municipios, a partir de datos censales de 2018. Este índice complementa el
IDH-M, y muestra la persistencia de grandes desigualdades. Así, al analizar
cada una de las dimensiones del IP-M se identifica que, en 2018, el 76 % de los
hogares enfrentaría carencias en acceso a tecnología, el 71 % en educación, el
50% en servicios básicos, el 47% en empleo, y el 42 % en calidad de vivienda. El
IP-M presenta diferencias grandes entre las diversas poblaciones: su valor en
las zonas rurales y entre las poblaciones mayas es casi el doble que el
existente en las urbes y entre las poblaciones ladinas.
Guatemala
es uno de los cuatro países de América Latina con mayor proporción de población
indígena (el censo de 2018 indica que el 43.6 % de la población se identifica
como perteneciente a un pueblo indígena). Hay una brecha bastante elevada en el
IDH entre poblaciones indígenas y no indígenas (20 %) en las tres
dimensiones de ese índice, siendo en educación donde existe la mayor
desigualdad. Asimismo, más del 80 % de los hogares con población maya y xinka
tenían privaciones multidimensionales significativas en 2018, situación que
contrasta con el 63.2 % prevaleciente a nivel nacional y el 22 % en el municipio
de Guatemala.
Es en
este contexto de desigualdades estructurales que el país afronta por la
pandemia por COVID-19 desde el 2020. A pesar del comportamiento macroeconómico
favorable y de los numerosos esfuerzos desplegados en materia de protección
social, sanidad, educación, empleo y alimentación entre otros, superar el
impacto de esta crisis requerirá esfuerzos de largo plazo en cuanto al acceso a
tecnología, calidad de la educación, empleo digno, economía del bienestar y
violencia contra las mujeres, entre otros.
Uno
de los fenómenos que modifica de manera significativa los territorios
guatemaltecos y las condiciones para su desarrollo humano es la urbanización,
destacando la expansión del segmento denominado “ciudades intermedias”
(aglomeraciones entre 50 000 y 250 000 habitantes por fuera de la región
metropolitana central). Esa categoría estaba compuesta en 2002 por 4
localidades que resguardaban al 3 % de la población; en 2018, estas ya eran 19
y albergaban al 14 % de guatemaltecos. El IDH-M de los municipios con ciudades
intermedias es superior en 2018 al de ciudades menos pobladas o zonas rurales. Sin
embargo, muchas presentan índices de privaciones elevados. Las transformaciones
urbanas se están desenvolviendo con un trasfondo de desigualdad y pobreza que
se debe considerar y que no se está resolviendo al ritmo necesario. El
crecimiento urbano está también provocando nuevos tipos de desafíos ambientales
y en la gestión de recursos hídricos, deforestación, abandono de espacios
verdes, mal manejo de los desechos, nuevas brechas en el acceso a servicios de
educación y salud, y desafíos de seguridad ciudadana.
La
intensidad de la migración externa en los hogares registrada en 2018 está
negativamente asociada al componente de ingresos del IDH-M de 2002: es decir, a
menor ingreso promedio municipal hace 20 años, mayor porcentaje de hogares con
migrantes en el exterior, ratificando la importancia de la dimensión económica
en esos movimientos de población. Las remesas no están impactando las
condiciones estructurales de desarrollo humano: resuelven problemas coyunturales
y de sobrevivencia. Pero inciden en ciertas prácticas de consumo, urbanización
y diferenciación social al interior de las comunidades. Es necesario analizar y
comprender este fenómeno en su dimensión integral y humana.
El acceso a la tierra, al agua, al bosque y a otros valiosos activos naturales son factores clave que impactan en el desarrollo humano, la pobreza y la desigualdad. El deterioro ambiental y conflictividad de varias regiones está relacionada con la no resolución de problemas y de inequidades de larga data. Los cuales además están siendo afectados y reforzados por fenómenos contemporáneos como el cambio climático, la aceleración de las migraciones internas a esos territorios, la expansión de actividades extractivas y agroindustriales no siempre sostenibles, entre otros.
A partir de este análisis, se perfilan algunas recomendaciones para contribuir a enfrentar estos desafíos:
Acelerar
el desarrollo humano desde políticas públicas diferenciadas, con un enfoque
territorial: El panorama del desarrollo
humano territorial descrito en el informe sugiere la necesidad de un compromiso
social de los actores del desarrollo con una renovada agenda de políticas
públicas con una visión de largo plazo para acelerar el desarrollo humano, que
permita consolidar una nueva y mejor normalidad después de la crisis. Sera necesario contar con más y mejores datos
y evidencias para diseñar y ejecutar eficazmente estas políticas, y que las
mimas sean elaboradas con una amplia participación de los distintos actores de
desarrollo.
Acelerar
y renovar las políticas públicas con enfoque de desarrollo humano. De manera
general, las políticas para acelerar el desarrollo humano se focalizan en el
fortalecimiento de las políticas sociales, por ejemplo:
Fortalecer
el sistema de protección social integral (contributivo y no contributivo), optimizando
el uso de los recursos y considerando las necesidades diferentes de las
personas, particularmente de aquellas en condición de vulnerabilidad,
atendiendo las distintas etapas de la vida, y con un enfoque holístico
multidimensional. Asimismo, se recomienda compensar las pérdidas desiguales de
aprendizaje, continuar los esfuerzos de la lucha contra la desnutrición, en
especial en niños menores de cinco años, mujeres y poblaciones indígenas, así
como estrategias de inclusión digital. Los diversos programas e iniciativas
impulsados durante la pandemia pueden brindar aprendizajes importantes para
este fin.
Afrontar
las desigualdades de género e impulsar políticas integrales y sensibles al
género que contribuyan a una universalidad de las prestaciones y acciones de
protección social, acceso a los servicios básicos, protección del empleo y
mantenimiento de la actividad productiva (políticas fiscales, monetarias, empleo
activo, de cuidados, protección social y acceso a servicios de atención a la
violencia contra las mujeres) .
Fortalecer
el enfoque territorial del desarrollo humano, con énfasis en las instituciones
de planificación e implementación de políticas en el territorio, optimizando el
funcionamiento de sistemas como el Sistema de Consejos de Desarrollo (SISCODE),
y fortaleciendo a los actores que participan en ellos, articulando entre los
distintos niveles de coordinación e iniciativas territoriales innovadoras que
consigan avances y resultados relevantes en materia de desarrollo humano.
Asimismo, se recomienda ampliar la participación ciudadana y las articulaciones
sociales y fomentar la construcción de nuevas alianzas territoriales para el
desarrollo humano.
Priorizar
una agenda urgente que tome en cuenta la urbanización, movilidad humana, medio
ambiente y recursos naturales. En el informe se resaltan varios fenómenos que
están transformando perdurablemente las condiciones y oportunidades para el desarrollo
humano en los territorios, que requieren líneas de acción específicas, como el
acompañamiento de la urbanización y la consolidación de ciudades intermedias,
así como la concertación de orientaciones estratégicas que renueven la manera
como se está percibiendo y tratando el fenómeno de la migración internacional. Puntualmente
se destacan dos recomendaciones:
Para
que los impactos en el desarrollo humano de la urbanización y el crecimiento de
las ciudades intermedia sea positivo, se precisa responder a las necesidades
particulares de las localidades en términos de servicios, mejora de
infraestructuras, regulación del uso de la tierra, seguridad ciudadana y
prevención contra las violencias, preservación de los ecosistemas, entre otros.
Se precisa profundizar la concertación de orientaciones estratégicas que renueven la manera como se está percibiendo y tratando el fenómeno de la migración, asignándole la importancia crucial que tiene para el desarrollo humano del país. Se necesita una política nacional integral basada en el respeto de los derechos humanos y la dignidad de los migrantes, entendiendo que Guatemala es un país de origen, pero igualmente de tránsito de migraciones.