En la actualidad, las
habilidades cognitivas y la capacidad de adaptación son esenciales para el
desarrollo académico de niños y adolescentes, Kumon destaca la importancia de
los neurohábitos: prácticas diarias que estimulan el
cerebro, fortalecen la autonomía y construyen una base sólida para el
aprendizaje continuo.
La ciencia detrás de los neurohábitos
Diversos
estudios en neurociencia han demostrado que el cerebro es altamente moldeable
gracias a la neuroplasticidad, su capacidad de crear y fortalecer
conexiones neuronales mediante la repetición de una habilidad recién aprendida.
Cuando los niños realizan actividades como lectura de nuevo vocabulario,
aprender un nuevo idioma, razonamiento lógico, autorreflexión de errores para
corregir o ejercicios que requieren atención, su cerebro refuerza las rutas
relacionadas con la concentración, el autocontrol y la resolución de problemas.
Esto se traduce en un mejor desempeño académico y una mayor capacidad de
adaptación.
De
acuerdo con Odeth González, Consultora de Franquicias
Kumon en México y Centroamérica, incorporar
estas rutinas en el hogar, ayuda a mantener a los niños motivados, curiosos, con
un cerebro receptivo y en constante crecimiento.
La
experta también comparte que el Método Kumon, se basa precisamente en la
construcción de hábitos mediante estudio diario, práctica constante, trabajo
autónomo y avance personalizado. Estos pilares permiten que los estudiantes
desarrollen disciplina, pensamiento crítico y una actitud positiva hacia el
aprendizaje.
Kumon recomienda estos
10 neurohábitos para fomentar desde casa a cualquier edad, los primeros 4 se
ponen en práctica a través del método:
1. Rutinas cortas de estudio diario (10 a 20 minutos) para fortalecer la
constancia y la capacidad de concentración.
2. Ejercicios de razonamiento matemático, para mantener activa la lógica y la
resolución de problemas, por ejemplo, juegos de cálculo mental o acertijos
matemáticos.
3. Ambientes tranquilos de estudio, que favorecen la atención plena y
reducen distracciones.
4. Reconocimiento del esfuerzo, clave para fortalecer la motivación interna y el sentido de logro personal.
5. Juegos de lógica y estrategia, que estimulan el pensamiento crítico,
la creatividad y la planificación. Algunos ejemplos pueden ser armar
rompecabezas, ajedrez, crucigramas, entre otros.
6. Actividades manuales de precisión, que potencian la motricidad fina y
fortalecen conexiones cognitivas relacionadas con la coordinación psicomotriz y
la atención como juegos de construcción, origami y manualidades.
7. Prácticas de autorreflexión y ejercicios
de atención, que
ayudan a los niños a enfocarse, evaluar su progreso, regular sus emociones y
desarrollar autocontrol. Por ejemplo: la respiración consciente, ejercicios de
mindfulness, diario de emociones, etc.
8. Mini retos diarios, que activan el sistema de recompensa
del cerebro y promueven la perseverancia, como leer una página más de un libro,
organizar una parte del cuarto, resolver un reto lógico rápido y en su caso,
hojas de trabajo de Kumon.
9. Exploración guiada de intereses, como música, arte o ciencia, que
despierta la curiosidad natural y amplía las habilidades cognitivas.
10. Espacios breves de desconexión digital, para equilibrar la estimulación y favorecer el descanso mental, por ejemplo, realizar actividades al aire libre como practicar algún deporte, caminar, andar en bicicleta o dedicar tiempo a la lectura libre.
“Los
neurohábitos no solo mejoran el rendimiento escolar, sino que fortalecen la seguridad,
confianza y la autonomía para desarrollar habilidades en cualquier ambito. Los
niños aprenden a disfrutar el proceso y a descubrir lo que son capaces de
lograr”, concluye Odeth
González.





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