Recientemente el Ministerio de Salud de Panamá
anunció la inclusión de la primera dosis de refuerzo de la vacuna hexavalente
acelular a los 18 meses y del segundo refuerzo de la vacuna tetravalente
acelular a los 4 años en su esquema nacional de inmunización. En ese sentido, Itzel
de Hewitt coordinadora Nacional del PAI del Minsa, saluda este hito e indica
que “con esta implementación, Panamá se pone a la vanguardia en los programas
de vacunación de Latinoamérica”.
No es la primera vez que Panamá se pone a la
vanguardia en temas de vacunación de la región, pues, en el 2014, se convirtió
en el primer país de la región en introducir la vacuna hexavalente en su
esquema nacional de inmunización. La hexavalente es una vacuna pediátrica
combinada que en una sola dosis protege contra la difteria, el tétano, la tos
ferina, la poliomielitis, la hepatitis B y las enfermedades invasivas por haemophilus
influenzae tipo b.
La especialista afirma que casos como el de
Panamá deben ser replicados por otros países de la región por sus amplios
beneficios. “Contar con programas de inmunización más eficaces e invertir en
vacunas más modernas no solo ofrece una mejor protección para la población,
sino que, además, genera ahorros relevantes para el Estado, ya que disminuye la
carga en los sistemas sanitarios, ya saturados por la pandemia de la COVID-19”.
Panamá aplica un esquema que protege contra 30
enfermedades inmunoprevenibles como tuberculosis, difteria, polio, neumococo,
influenza, varicela, sarampión, paperas y está compuesto por 25 vacunas en
total. “Si bien contamos con uno de los programas de vacunación más completos
de la región, aún se puede robustecer con la incorporación de vacunas con
nuevas tecnologías y a través del desarrollo de estrategias de inmunización que
aporten en la reducción de las brechas que existen actualmente y que se
incrementaron a raíz de la COVID-19”, añade Hewitt.
En ese sentido la coordinadora Nacional del PAI
de Panamá explica que la administración de varias vacunas al mismo tiempo
(combinadas) no tiene efectos negativos en el sistema inmunitario, por el
contrario, reduce los efectos secundarios, permite ahorrar tiempo, dinero y el
beneficio de menos puyadas.
En el caso de Guatemala actualmente se aplica un esquema que protege contra 25 enfermedades entre ellas hepatitis A y B, poliomielitis, neumococo, meningitis, influenza estacional, tétano, paperas entre otras y está compuesta por 23 vacunas que comprende desde recién nacidos hasta los 9 años.
Brechas de vacunación en Latinoamérica
En 2020, 2.7 millones de niños de la región no
recibieron las vacunas infantiles esenciales necesarias para mantenerlos sanos.
En esa línea, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estima que las
interrupciones de las campañas regulares de inmunización de los dos últimos
años han hecho retroceder casi tres décadas de progreso en la vacunación contra
la poliomielitis y el sarampión, lo que representa un riesgo real para su
reintroducción.
Para contrarrestar este retroceso, la OPS ha
establecido metas para el 2030 para la reducción de las
tasas de mortalidad y morbilidad de enfermedades inmunoprevenibles. Una de
ellas es alcanzar el 95% de cobertura de la vacunación en menores de 5 años, por
medio de los programas nacionales de inmunización; además, proponen asegurar el
acceso a medicamentos esenciales y vacunas, al igual que a otras tecnologías
sanitarias prioritarias, según la evidencia científica disponible y de acuerdo
con el contexto de cada país.
Al respecto, Itzel de Hewitt reitera la
importancia de implementar campañas de inmunización masivas que permitan a los
países mantener el control, la eliminación y la erradicación de enfermedades
prevenibles por vacunas. “El éxito de los programas de inmunización es
innegable, las vacunas salvan entre 4 y 5 millones de vidas cada año, pero solo
si las personas tienen acceso a ellas. Para ello, se debe aumentar el acceso
equitativo y el uso de vacunas nuevas y existentes, para garantizar que lleguen
cada vez a más personas, sin dejar a nadie atrás”, finaliza.