En Guatemala, la población de
adultos mayores (65 años o más) ha aumentado—en 2024 representaban el 4.8 % del
total nacional, lo que equivale a aproximadamente 893 000 personas, sobre
una población estimada de 18 millones habitantes de acuerdo con la OPS. Este
fenómeno demográfico representa un crecimiento frente al año 2000 y presenta
retos similares a los observados en otros países de la región. En efecto,
durante el segundo decenio de este siglo, el segmento de adultos mayores ha ido
ganando proporción, lo que subraya la necesidad de prestar atención especial a
su nutrición, clave para preservar la autonomía y prevenir enfermedades
crónicas.
Un estudio publicado en 2021
en la revista Anales en Gerontología,
realizado por Barrios et al., durante los meses de julio y agosto de 2019 en
centros de atención primaria de salud de la península de Azuero, se encontró
que el 23.8 % de los adultos mayores están en riesgo de malnutrición y el 1.2 %
presentan desnutrición. Asimismo, entre
el 18 % y el 23 % presentan exceso o déficit de peso, y el 25 % padece de
sarcopenia, con un 10.6 % en su forma severa.
“Una alimentación adecuada es
fundamental para enfrentar estos desafíos”, destaca Estefani Soto,
nutricionista de Dos Pinos en Guatemala. “Los lácteos se encuentran entre los
alimentos más recomendados para adultos mayores, ya que aportan proteínas de
alta calidad, calcio y vitaminas esenciales. Su
inclusión diaria es una estrategia eficaz y accesible para mejorar el
estado nutricional, sostuvo la especialista en nutrición.
Además de una alimentación balanceada,
se recomienda realizar actividad física diaria —como caminatas o ejercicios de
fuerza adaptados—, mantener una hidratación adecuada y acudir regularmente a
chequeos médicos. Igualmente, se aconseja evitar el consumo de alimentos ultraprocesados,
azucarados y con alto contenido de sodio, que pueden agravar condiciones como
la hipertensión o la diabetes. “Los beneficios de los
lácteos van más allá del calcio. Son aliados clave en la prevención de
fragilidad física y deterioro funcional en personas mayores”, subraya Soto.
En un país donde la esperanza
de vida supera los 74 años, garantizar una vejez saludable requiere acciones coordinadas entre el
sistema de salud, las familias y la comunidad. Invertir en la nutrición de los
adultos mayores no solo eleva su calidad de vida, sino que también reduce los
costos asociados al tratamiento de enfermedades crónicas.


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